En los últimos meses, el mundo de la moda se asemeja cada vez más al mercado de fichajes deportivo. Ya sea por razones de desacuerdo o por motivos más trágicos –como el suicidio de Alexander McQueen– y escandalosos – como lo fueron las imágenes del gibraltareño John Galliano, ebrio y piropeando a Hitler-, lo cierto es que casi todas las grandes firmas han cambiado a su diseñador o director creativo. Alexander McQueen, Balmain, Dior, Yves Saint Laurent y, ahora, Balenciaga.
El pasado sábado 18 de noviembre, amanecíamos con la noticia del divorcio entre la casa Balenciaga y Nicolas Ghesquière. El que ha sido el director creativo de la casa desde 1997 salía discretamente pero levantando un gran revuelo entre los medios especializados. Ninguna de las partes ha explicado las causas, pero en el comunicado emitido, no figuraba la firma del diseñador lo que genera dudas sobre si la separación es tan amistosa como se afirma. El prestigio de Ghesquière era cada vez mayor de la mano de Balenciaga hasta el punto que el holding francés PPR se hizo con el 91% de la casa únicamente para contar con los servicios del diseñador francés.
Ghesquiere reinterpretaba en su colección primavera/verano 2012 uno de los sombreros que Cristóbal Balenciaga diseñó en la década de los sesenta para un vestido de novia. |
El auténtico couturier.
“Cristóbal Balenciaga fue un maestro, un genio cuya visión
vanguardista dictó las principales tendencias de la moda e inspiró a
generaciones de diseñadores. Con un talento creativo incomparable, Nicolas ha
aportado a Balenciaga una contribución artística esencial". Estas son las
palabras que Pinault utilizaba como último elogio a Ghesquière en el
comunicado, no obstante, la aportación del diseñador va más allá de “una
contribución artística esencial”. Nicolas Ghesquière desde su llegada a firma
en 1997 recuperó los valores, el esplendor e influencias desaparecidas del
maestro Balenciaga.
La exitosa carrera en la alta costura del modisto vasco
Cristóbal Balenciaga no comienza en París como se suele decir. En los años
previos de mudarse a Francia debido a la Guerra Civil, ya vestía a la monarquía
y aristocracia española y contaba con tiendas en San Sebastián, Madrid y Barcelona.
No obstante, es innegable que la apertura de su taller en la rue George V es
clave para que sea considerado por muchos el ‘padre de la alta costura’.Más allá de su localización, la revolución que supuso Balenciaga se debe a su maestría a la hora de construir volúmenes y su capacidad para convertir la confección de ropa en “arquitectura en movimiento” y en escultura, como el dijo una vez. Coetáneo de Coco Chanel, compartían la visión moderna sobre la comodidad de la mujer aunque la desarrollaron de maneras distintas. Chanel apostaba por trajes de chaqueta en tweed, pantalones también para las mujeres, líneas sencillas y rectas; mientras tanto, Balenciaga estaba a la vanguardia de las nuevas siluetas femeninas creando algunas míticas hoy en día como la silueta “cocoon” (que significa capullo en ingés).. Formas amplias y cómodas que se ajustaban a las nuevas exigencias de la época. “Balenciaga es una de las tres maisons de la alta costura que mejor ha simbolizado la elegancia, sin renunciar al mismo tiempo a la modernidad”, declaró Ghesquière, “jugaba constantemente con los volúmenes, pero regalaba a la mujer mucha más libertad que los demás creadores de su tiempo”.
Era sinónimo de alta costura, siempre confeccionó él las prendas que vendía. No se limitaba a realizar bocetos y figurines que luego otros se encargarían de hacer realidad. De hecho, la inclusión de la casa Balenciaga en el prêt-à-porter no se produjo hasta 1987, quince años después de su muerte. La firma no supo adaptarse y sobrevivió discretamente hasta la llegada de Nicolas Ghesquière en 1997. Y Balenciaga volvía a estar en el mapa.
Rindió homenaje al modisto vasco con esta
reinterpretación del sombrero que Balenciaga diseñó en el año 1968 y con este
traje de silueta cocoon.
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En los años 90, muchos de los aspectos del mundo de la moda cambiaron y evolucionaron hacia las formas que conocemos hoy en día. Las legendarias casas, por lo general, francesas abrieron las ventanas y vinieron nuevos aires. Galliano actualizó Givenchy y después Dior, Marc Jacobs hacía lo mismo con Louis Vuitton y Balenciaga acertaba con la elección de Ghesquière.
Unos primeros años más tímidos pronto dieron paso a la
adoración por parte de público y crítica. Encarnaba mejor que nadie los valores
de Balenciaga en cuanto a innovación. Los dos eran unos visionarios. Ghesquière
mantenía el estilo de la casa, revisando los archivos del modisto, sus cortes,
sus siluetas, de manera que se hacía perceptible para cualquiera que conozca un
poco las creaciones del vasco. A la vez, es uno de los diseñadores que menos se
estanca en lo establecido y se renueva con nuevos materiales y líneas: futurista
a la manera retro de los años sesenta, materiales metalizados, dorados, platas,
hombreras marcadas en punta o abultadas y redondeadas.
Lo que resulta más sorprendente del fenómeno Ghesquière de
los últimos años es la capacidad de influir en toda la esfera del mundo de la
moda. Sus influencias llegaban más que las de ningún otro diseñador,
prácticamente, sin que nos diéramos cuenta. Sofisticó el pañuelo palestino en
2007, miles personas empezaron a utilizarlos y Inditex proporcionaba un amplio
abanico de modelos y colores; en la
colección primavera/ verano del 2008 presentó las sandalias de estilo gladiador
y los estampados florales que nos acompañaron durante dos veranos seguidos; el
pantalón harem en el año 2009 también tuvo un éxito rotundo en la calle; y en
las últimas temporadas, las sudaderas futuristas y las chaquetas de motorista,
son de su inspiración. Se desconoce cual es el futuro del diseñador francés, pero ya se empieza a especular sobre la posible nueva marca propia de la mano del holding de lujo rival, LVMH. En cualquier caso, no desperdiciará el que dicen que es su mejor momento.
‘Alexander Wang is in da house’
Fueron muchos los nombres que se barajaban para sustituir a
Ghesquière. Tal era la espectación comenzaron a sugir falsos rumores como la
confirmación de Cristopher Kane, afirmado por la propia Anna dello Russo,
editora jefe de Vogue Japón, a través de la red social Twitter. Sonó el joven
francés Altuzarra, muy valorado desde el éxto de crítica y público en la
pasarela parisina. Otros muchos apostaban porque se decidirían por promoción
interna, tal como pasó con Sarah Burton en Alexander McQueen, pero, finalmente
se confirmó: el diseñador americano Alexander Wang será el nuevo director
artístico de Balenciaga. El neoyorkino, que posee ya una firma propia, desfila cada año en la semana de la moda de Nueva York. Lo que resulta paradójico es que no son pocos los que le han acusado de recibir demasiadas influiencias e incluso copiar al mismo al que hoy sustituye, Nicolas Ghesquière. Sus estilos son similares, ambos apuestan por diseños modernos, algo andróginos, y el uso de colores oscuros y nuevos materiales metalizados.
En cualquier caso, solo queda esperar la próxima semana de la moda de París; éste se suma a los múltiples cambios que ha sufrido la pasarela parisina en solo unos meses. El liston está muy alto pero, ¿cómo le sentará a Alexander Wang el cambio de aires?
Imágenes de Vogue.es